De como el Sushi salvó mi Matrimonio

Esas diminutas delicias de pescado y arroz pueden llegar a tener más finalidades que la de ser una estupenda experiencia gastronómica, y si no que me lo digan a mí, que casi le debo a makis y nigiris el no haberme divorciado.

Bueno, puede que, técnicamente, no sea solo obra del sushi, pero sin duda este tuvo un gran papel en que mi pareja y yo volviéramos a recuperar lo mejor de nuestra relación.

Y es que una relación en pareja implica trabajo diario y esfuerzo por entender al otro, dejas de tomar decisiones que solo te conciernen a ti, es como una mini sociedad donde cada uno tiene que responsabilizarse muy bien de su parte del trabajo.

Consejos para lidiar con el mal Genio en una Relación en Pareja

Cuando mi pareja empezó a mostrar largos periodos en los que siempre estaba de mal humor, además de mostrar una gran impaciencia, ante todo, poca comprensión e irritabilidad empecé a preocuparme, ya que ese “mal genio” suele ser el signo de otra cosa.

Al principio, pensaba que era por algún problema en el trabajo o por su falta de sueño, pero su irritabilidad solo iba en aumento.

Por ello, empecé a pensar que podía ser la señal de algo peor, por lo que empecé a buscar formas de encontrar una solución. Cada vez estábamos más distantes, porque, aunque presentes a penas nos hablábamos realmente, había una gran incomunicación, como si un enorme muro invisible se hubiera levantado entre los dos.

Lo primero que pensé es que tenía que conseguir hablar con él, encontrar el momento adecuado y un momento en el que los dos estuviéramos relajados para hablar las cosas tranquilamente.

Nunca es fácil sacar determinados temas, sobre todo cuando tu pareja está hermética e inaccesible, pero sabía que de lo contrario podía desembocar en una crisis con peores consecuencias.

Decidí tomarme unos días libres e ir a visitar a una amiga que es experta en problemas de pareja para que me diera algún consejo que pudiera funcionarme.

Me aconsejó que hiciéramos alguna actividad juntos, una que a mi pareja le gustara. La verdad es que, en ese momento, no veía cómo eso podía ayudar a nuestro matrimonio.

De hecho, cuando le dije que mi pareja estaba fascinada por Japón me dijo que nos apuntáramos a cursos de japonés y que aprendiéramos a hacer sushi. En ese momento, pensé que más que darme un consejo estaba tomándome el pelo.

Pensaba que era algo mucho más complicado y cómo iba a ayudar a solucionarlo un simple curso de cocina. Si bien, después de probar el consejo de mi amiga empecé a entender porque, en nuestro caso, era el consejo perfecto.

A decir verdad, nunca había tenido el más mínimo interés por la cultura japonesa, más bien todo lo contrario, cuando veía a mi pareja leyendo manga o practicando karate, aunque respetaba totalmente su afición, no la entendía en absoluto, así que le dejaba que disfrutara de sus hobbies, pero nunca había intentado entenderlos ni implicarme en ellos.

Con el tiempo, los dos fuimos creando nuestros mundos aparte el uno del otro, porque al no compartir aficiones y con las largas horas de trabajo a penas teníamos nada en común.

Esa fue una de las razones de que, al esforzarme por encontrar un espacio común para conectar todo empezó a cambiar.

Pensé que lo mejor sería empezar por aprender a hacer sushi, a mí me gustaba mucho cocinar así que podía ser interesante aprender algo de cocina japonesa.

El día que le anuncié que nos habíamos apuntado a un curso para aprender a hacer sushi, decoré el salón con estilo japonés y le pregunté a mi amiga que me recomendara un buen sitio donde pedir sushi.

Me dijo que lo encargara en Enso Sushi, a ella le encantaban sus variedades de pescado calidad sashimi, así que pedí las que ella me recomendó porque no tenía ni idea de lo que significaba cada nombre.

Cuando mi pareja llegó a casa del trabajo no daba crédito a lo que veía, un montón de pequeñas delicias de pescado perfectamente presentadas con sus palillos y su salsa wasabi, entonces me miró como hacía mucho que no lo hacía y pasamos una velada estupenda. Le gustó la idea de ir juntos a aprender cocina japonesa.

Fue como si al compartir esa afición la relación comenzara a fluir con naturalidad, la comunicación era natural y nuestro compromiso de seguir juntos se hizo todavía más fuerte.

De hecho, pronto iremos juntos a Japón, algo que nunca hubiera imaginado cuando daba nuestra relación por perdida.

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