Hay épocas a lo largo del año en las que gastamos mucho más que en otras, y si miramos con una perspectiva amplia, vemos que vivimos para gastar. Porque cada dos o tres meses hay una campaña importante en la que las compañías despliegan en los medios de marketing agresivas campañas para crearnos necesidades.
Lo más interesante de esto es cómo reaccionamos, ya que normalmente nos llama la atención un anuncio y automáticamente empezamos a pensar en el producto. Esto es un triunfo para los creadores de publicidad, pero es sin duda un problema cuando no podemos controlar los pensamientos sobre los productos.
Como decíamos, las empresas buscan crearnos una necesidad para comprar su producto, da igual que lo necesites o no. Hay que decir que la publicidad ha dado un vuelco debido a las redes sociales, ahora no tienes que encender la tele para ver publicidad, solo con abrir Facebook, Instagram o Twitter estás siendo bombardeado con publicidad, te interese o no.
También hay que reconocer el mérito a las empresas, que hacen todo lo posible para mantener unos precios bajos en los productos. Esto lo consiguen comprando grandes stocks al por mayor, una empresa especialista en este sector es Liquistocks, una empresa que ofrece stocks de todo tipo, nuevos y de primera calidad, al mejor precio del mercado, sin competencia.
Esto puede ser un problema para muchas personas, ya que en la sociedad en la que vivimos no nos enseñan a identificar nuestros pensamientos y controlarlos. Por eso mucha gente se ve abrumada cuando ve que la camiseta que simplemente le llama la atención baja por casualidad cinco euros, y sin dudarlo se lanza a comprarlo. Y así pasa con muchos productos.
La justificación en este caso es el problema, tendemos a justificar los ataques consumistas. Pero ojo, no estoy diciendo que gastar esté mal ni nada por el estilo. Me refiero a aquellas situaciones en las que sin llegar a necesitar algo haces todo lo posible para justificar la compra. Y así pasa con esa máquina de abdominales que has utilizado dos veces, con la bici eléctrica y la Thermomix.
Este problema tiene un nombre, la compra compulsiva
La compra compulsiva es definida como una motivación de compra persistente, irresistible, asaltante y que sucede de manera repetitiva. Quienes experimentan este trastorno sienten una sensación placentera y reductora del malestar, y esta sensación puede ser confundida como positiva, pero a la largar genera graves problemas.
Con los datos que disponemos podemos afirmar que la compra compulsiva afecta entre un 1,1% y un 5,9% de la población general. Y según un estudio de Global Conference on Business and Finance Proceedings de 2015, las mujeres muestran una actitud más compulsiva en el momento de realizar compras innecesarias, en parte porque sienten emociones más placenteras e intensas en comparación con los hombres.
Hay dos causas principales de este trastorno. La primera está relacionada con la conducta repetitiva de comprar, esta genera satisfacción y cada vez que lo hace obtiene más placer, esto sucede continuamente hasta que al final el hábito se convierte en compulsión. La segunda es una manera de huir de los problemas personales o profesionales que se pueda tener, y surge como una vía de escape emocional.
En cualquier caso, hay que destacar que las compras compulsivas son un trastorno, y ha de ser tratado por profesionales. No se puede culpar a las empresas por hacer campañas de marketing, ya que los responsables de que creemos necesidades o utilicemos las compras como vía de escape, son los consumidores.