Decir que el vino puede ser ecológico, tal vez resulte un poco paradójico. Puesto que se trata, en esencia, de una fruta macerada y fermentada sin mayor añadido, es fácil creer que se trata de un producto intrínsecamente ecológico. Nada más lejos de la realidad. El vino, puede ser vino, tradicional o, ecológico con todo lo que ello conlleva. Al igual que sucede con todo tipo de productos, para que un vino sea ecológico, debe reunir una serie de condiciones y cumplir con una serie de características para contar con esa calificación.
Si un vino es bueno por méritos propios, un vino con certificación ecológica, posee otras propiedades superiores que pueden hacer de un vino sencillo, un vino espectacular. Cada vez son más los vinos que se unen al movimiento de los productos ecológicos y veganos que, además se comercializan a través del comercio justo para que la economía se reparta de manera más igualitaria. Para poder circular en el mercado ostentando tal denominación es obligatorio que el vino en cuestión, lleve una etiqueta que certifique el compromiso medioambiental y las prácticas sostenibles realizadas.
Lo principal para obtener un buen vino, es indudablemente, disponer de una excelente materia prima. La uva es esa materia prima que se debe cuidar con mimo desde que se planta la vid, hasta la vendimia. Expertos en vides y uvas de la talla de Plantvid, inician esa estela de sostenibilidad, gracias a su compromiso con el medio ambiente. Compromiso que deben adquirir las bodegas y productoras de uva, una vez obtengan sus vides para lograr producir un vino ecológico con grandes propiedades.
Respetar el medio natural al mismo tiempo que se obtiene un vino de gran calidad que se encuentre libre de químicos, sin adulterar en ningún momento y con un sabor autentico y natural, es una de las premisas de las bodegas más vanguardistas. A continuación, hablaremos de que es un vino ecológico, sus características y por supuesto, la elaboración y producción que lo convierten en un vino sostenible y comprometido con la calidad y el medio ambiente.
¿Por qué ecológico?
Lo ecológico está tan de moda que puede sonar más a concepto de marketing que a producto de calidad. Al utilizar el término vino ecológico, sin embargo, hacemos alusión a un tipo de vino elaborado mediante un proceso productivo que implica una serie de prácticas que persiguen las sostenibilidad del medio ambiente y obtener la máxima naturalidad y naturaleza del vino. En otras palabras, para elaborar un vino con carácter ecológico, deben llevarse una serie de labores concretas en el cultivo y cuidado de las vides, su elaboración y por supuesto, el embotellado.
Una de las características principales del vino ecológico reside en la meticulosa supervisión que se lleva a cabo durante todo el proceso que se sigue en la cadena productiva. Desde que se planta la vid hasta que el producto final, llega al cliente. Pero más allá de una supervisión y control, existen otros aspectos concretos que caracterizan a un vino ecológico desde su origen, durante su elaboración y a lo largo de su producción.
Dentro de sus rasgos diferenciadores, se caracteriza por su elaboración a través de una serie de procesos basados en acciones sostenibles y naturales. Desde el proceso de cultivo de los viñedos, ya citado, hasta el tratamiento final que se hace al vino durante su conservación en la bodega.
La única manera de asegurar que nos encontramos ante un vino totalmente ecológico es comprobar que cuenta con la certificación correspondiente. Este sello, asegura y garantiza que el producto que tenemos en nuestras manos, ha seguido de forma rigurosa todos y cada uno de los requisitos necesarios para convertirse en un vino ecológico y de calidad.
Indudablemente, un vino con certificación ecológica, es un vino de calidad. Una apuesta por la misma que hacen productores y consumidores al mismo tiempo. Siendo así, para que un vino se considere ecológico y poder identificarlo como tal, debemos conocer los diversos requisitos particulares que se deben aplicar a su elaboración, a la tierra en la que se cultivan los viñedos y a la conservación del caldo. Entre esos requisitos, destacamos:
- Los abonos utilizados para la tierra y el cultivo, deben ser de origen orgánico y natural, sean de origen vegetal o animal, es indispensable que sean orgánicos y naturales.
- La materia prima con la que se elaboran los vinos, debe ser por igual, ecológica.
- Otro aspecto esencial es que debe llevarse a cabo un control sobre la adición de sulfitos. En los vinos ecológicos, los sulfitos no deben estar presentes, al contrario que sucede en los vinos tradicionales en los que se añaden como conservantes.
- No deben aplicarse en su elaboración ni cultivo abonos de tipo mineral.
- Tampoco se permite la quema de rastrojos para mantener la flora microbiana.
- No se permite utilizar uva que se dañe durante la vendimia.
- Las parcelas donde se cultivan, están libres de agrotóxicos y añadidos químicos, produciendo una uva más sana.
- No se utiliza maquinaria durante el proceso de siembra o recolección, incluyendo tractores para el arado. Se trata de un proceso netamente manual.
- Durante la clarificación deben mantenerse los niveles de carbono al mínimo.
- Los tapones de las botellas, siempre serán de corcho natural.
- La etiqueta debe especificar con claridad los ingredientes del vino y su proceso de elaboración.
A parte de cumplir con todos estos requisitos, la vendimia se realiza en el momento justo de maduración de la uva. Con eso, se pretende obtener una mayor concentración de sustancias antioxidantes, componentes del vino con mayores beneficios para la salud.
Tradicional y ecológico, cual es cual
Como ya hemos dejado claro, para que un vino goce de la reputación de ecológico, debe cumplir con una serie de requisitos. Aun así, debemos aclarar algunos aspectos para que podamos discernir con seguridad cuando se trata de un vino de elaboración tradicional y porque, aun elaborado con prácticas sostenibles, no es ecológico.
Puede darse la posibilidad de que un vino haya sido elaborado de manera sostenible sin obtener la certificación de ecológico. La distinción se logar cuando todo el proceso de cultivo, producción y conservación se ha verificado y controlado de la forma conveniente. Hay que tener presente que las barricas no pueden limpiarse con detergentes, por lo que solo ser limpiarán con agua caliente a presión.
Si el vino ha seguido todos los pasos del proceso para convertirse en ecológico pero finalmente, no lleva un tapón de corcho natural, pierde su carácter ecológico. Evidentemente, la botella debe incluir etiquetas que expliquen su elaboración e ingredientes. Solo aquellas botellas que cuenten con la etiqueta certificadora son totalmente ecológicos.
Un aspecto a tener en cuenta es que los vinos ecológicos deben permanecer en las bodegas durante tres años desde que reciben su certificación. Durante este periodo de tiempo, se realizan las inspecciones periódicas pertinentes dirigidas a comprobar que se mantienen todos los requisitos.
A razón de todo esto, el vino ecológico, se está convirtiendo en una apuesta creciente por parte de los viticultores que quieren ofrecer a sus clientes, un producto adaptado a la demanda de unos consumidores, cada vez más comprometidos con el medio ambiente. Dado que los clientes tienen cada vez una mayor conciencia social y buscan vinos de gran calidad elaborados de forma respetuosa con el medio ambiente, los productores se adentran cada vez más en la sostenibilidad.
Desde hace décadas, el mercado del vino ha tomado un camino que le lleva a ofrecer mayor calidad a un público que, como bien saben, es de consumo ocasional y no habitual. Los antiguos vinos de mesa han dado paso a caldos más elaborados que pretenden sorprender al paladar y los sentidos. De tal manera que, no es de extrañar que los vinos de producción ecología, tengan cada vez una mayor y mejor acogida.
Las ventajas de un vino ecológico frente a uno de elaboración tradicional pasan por el sabor autentico del vino. Sin adulterar. Se elaboran con la materia prima resultante de un cultivo sin abonos químicos ni componentes que no sean naturales. La proporción de carbono es menor en estos vinos lo que hace que el sabor sea cien por cien natural.
Otro plus añadido es la sostenibilidad medioambiental. Su elaboración se realiza con variedades autóctonas de uva y abonos naturales. Aspectos que ayudan a reducir la huella de carbono y la generación de residuos.
El producto resultante es un vino más saludable. Aunque la mayoría de personas no lo saben, los vinos ecológicos tienen en su composición un tercio menos de anhídrido sulfurosos. Esto elimina la posibilidad de sufrir dolores de cabeza tras su consumo.
Por último, cabe señalar que los vinos ecológicos, cuentan con una doble garantía. El sello de certificación ecológica y la Denominación de Origen, a lo que se añade esa revisión periódica tras su elaboración. La finalidad es patenten: ofrecer un sello distintivo a los consumidores que desean adquirir y consumir un producto de calidad y con conciencia social al mismo tiempo.
Teniendo en cuenta todo esto, resulta fácil la elección. Un vino ecológico mejor que uno tradicional. Porque lo tradicional no riñe con lo sostenible y ambos se pueden complementar.