Divorcio: ¿Cambiar de casa o no?

Digan lo que digan, un divorcio es todo un trauma. En este caso no hablo de oídas, hablo por experiencia personal. Yo pensaba que había encontrado  a la persona con la que vivir el resto de mi vida, pero no fue así. Las relaciones matrimoniales no siempre acaban bien y es necesario separarse, con todo lo que eso conlleva. El divorcio es una experiencia que si no sabemos gestionarla, como fue mi caso, puede causar mucho sufrimiento y consecuencias psicológicas, especialmente cuando hay bienes materiales por medio. Aún es más duro cuando hay niños, pero en este caso, afortunadamente en mi caso personal no les había.

Pese a que en la actualidad los divorcios son más frecuentes que antaño, 96.824 divorcios en 2016 según datos del Instituto Nacional de Estadística, la separación supone una etapa muy difícil de superar, pues la persona experimenta un proceso de duelo, en el que debe acostumbrarse a vivir una nueva vida separado de la persona con la que ha compartido tantos momentos.

Un pequeño luto

Una vez que ha pasado todo, yo lo que creo es que no es bueno el hecho de quedarse en casa, de encerrarse y no salir, pero es cierto que en un primer momento, cuando la relación se rompe, uno necesita encontrarse consigo mismo, hay un proceso de duelo que hay que pasar y eso es así. Hay procesos que se suceden en todas las separaciones y el duelo es uno de ellos.

El día que tomas la decisión de que no hay marcha atrás. Aunque generalmente la relación está rota y eso se va notando, hay un día que decides romper y es muy duro, es como cuando el médico te da un mal diagnóstico. Durante todos los divorcios el factor emocional está siempre ahí y hay mucho sufrimiento. Por eso cuantos menos temas se tengan en común con el ex más fácil será reponerse y darse cuenta de que la vida sigue. Y uno de ellos en mi caso era la casa, por razones personales, fui yo quien me quedé con la casa familiar.

Al principio lo vi cómo una ventaja. De esta manera no tendría que romper con todo en mi vida. Pero es cierto que con el paso de los días la cosa fue a peor. Todo me recordaba a ella. Y es que eran casi 20 años compartiendo la misma habitación, la misma cocina, el mismo salón donde vimos tantas y tantas películas. No era fácil, pero estaba claro que yo no podía irme a vivir a otro lado o vender la casa.

Dar el paso

Tras hablarlo con varios amigos me recomendaron acudir a un sicólogo, y la verdad es que me vino muy bien. Y sí es cierto que me recomendó que lo mejor  es cortar con todo, pero como yo no podía por razones económicas, me dijo que sicológicamente es muy duro ver durante toda la semana los mismos recuerdos. Su recomendación es que, ya que no podía vender la casa, que la diera un aire nuevo. Así que decidí cambiar muchas cosas, dándole un toque totalmente diferente. Hasta los muebles de la cocina cambie, ya que me recordaba a las muchas cenas que organizábamos los dos. Llamé a Alvimodul y me la cambiaron por completo. Con muebles a medida que la verdad me sirvió para verlo de otra manera.

Lo mismo sucedió con otros departamentos de la casa, aunque parece que no, ese dicho de “ojos que no ven, corazón que no siente” cobra mucha verdad en estos apartados.

Luego hay otras soluciones, por poner un poco de humor a este caso, se trata de las casas que se dividen en dos, es decir, ideales para los divorcios. Con esto, las parejas que se divorcien tendrán una separación menos traumática, al menos en el aspecto material, con el nuevo concepto de casa que puede dividirse en dos partes totalmente independientes.

Después de este toque de humor, hay que reconocer que un divorcio es un trauma muy  grande, pero debemos ser conscientes de lo que hay. Si vemos que no podemos seguir adelante, ponernos en manos de profesionales, y sobre todo, apoyarte en tu familia y en tus amigos. Lo cierto es que un divorcio siempre es un proceso traumático, pero la vida no se acaba, continúa, y después siempre vendrán y nos esperan cosas buenas. Hoy en día es normal que una persona se divorcie incluso de dos o tres parejas, eso no es algo negativo, no tiene sentido mantener una relación cuando ya no hay cariño.