Por alguna extraña razón, el ser humano, es incapaz de comunicarse de la forma adecuada en según que momentos y situaciones. Ante cierto tipo de adversidades, parece sufrir un extraño shock que le impide avanzar y encontrar solución a algunos problemas en particular. Evidentemente, cada persona es mundo y dentro de cada uno de esos mundos, estos problemas o situaciones, difieren.
Vivimos inmersos en la era de las comunicaciones, donde la comunicación debiera ser más fácil. Sin embargo, cada vez nos cuesta más comunicarnos entre nosotros y llegar a acuerdos o, simplemente, a entendimiento. De este sencillo hecho, surgen los mediadores. Esas personas a caballo entre el derecho y la psicología, cuya misión es llevar a la concordia. Dentro del campo de la mediación, encontramos profesionales de todo tipo, cada uno dedicado a un sesgo en particular, como los negocios o la familia.
En este post, vamos a centrarnos en la mediación familiar, aspectos relevantes sobre la misma, como su eficacia y conveniencia. A veces, es mejor llegar a un acuerdo sin que medien los tribunales que meterse en pleitos que no hace más que acarrear consecuencias y el consiguiente desgaste para las partes. Hemos contactado con los expertos en mediación familiar de Mediación Santander, especializados en la mediación familiar, y nos han comentado que: «la mediación no está muy implementada en nuestro país, pero lo cierto es que cada vez más cala la importancia de este proceso que implica un ahorro de costes y tiempo para todas las partes».
Aunque lo mejor, sin lugar a dudas, sería que no fuera necesario tener que recurrir a este tipo de medidas (ni ninguna otra) para llegar a un acuerdo, la realidad nos demuestra que, para muchas personas, la cordialidad no existe y las guerras por los derechos se imponen.
Sabiendo que la mediación familiar consiste en una técnica para la resolución de conflictos entre familiares sin tener que llegar a ir a juicio, puede ser una buena opción. Recurrir a una mediación familiar en el caso de existir desacuerdos entre las parejas que se disponen a separarse o divorciarse o, en caso de disputas entre herederos, por ejemplo, puede ser la mejor manera de resolver esos conflictos, sin tener que sufrir largos y tediosos procesos judiciales.
Utilidad de la mediación familiar
En España, donde todo esta regulado aunque, en ocasiones, desconozcamos el por qué de estas regulaciones, existen varias normas al respecto de la mediación. Estas, contemplan la posibilidad de recurrir a una mediación familiar en el caso de necesitar resolver ciertos conflictos derivados de un divorcio o separación.
Es decir, en caso de dudas sobre como enfrentarse a ese divorcio, o sobre la mejor manera de llegar a obtener la custodia compartida si no existe matrimonio, una mediación, puede ser útil.
Un ejemplo simple de mediación, puede tratar la negociación sobre el reparto de un piso durante una separación. Establecer el régimen de visitas a los hijos o la cuantía de la pensión por alimentos, son algunos de esos conflictos que pueden resolverse sin necesidad de un juez. En casos de tener que recurrir a una modificación respecto a la pensión, también puede llevarse a cabo a través de un mediador familiar.
Para regular el ejercicio de la patria potestad, también puede ejercerse una mediación familiar. Un ejemplo de este tipo de mediación es el caso de padres que no son capaces de ponerse de acuerdo sobre algún aspecto clave que implica directamente a los hijos. Este aspecto puede ser, por ejemplo, las vacunas, las excursiones que van a hacer, los campamentos, etc. En lugar de litigar con abogados y jueces de por medio, se puede recurrir a un proceso de mediación.
Las mediaciones familiares son útiles igualmente en caso de desavenencia por la tenencia de animales de compañía. Máxime ahora que contamos con una nueva ley que facilita el asunto de la custodia compartida de las mascotas.
Gracias a la mediación familiar, los abuelos pueden intentar negociar con los hijos para poder ver a los nietos, cuando los primeros, no lo permiten o, resolver conflictos familiares en épocas concretas como el verano o la Navidad (vacaciones, viajes, visitas, etc.).
Uno de los servicios de mediación familiar más solicitados, tras los demandados en caso de separación o divorcio, son los conflictos referentes a las herencias, en los que los herederos, no son capaces de llegar a un acuerdo conveniente.
Para cualquiera de estos supuestos, puede recurrirse a una mediación familiar, antes de llegar a juicio o incluso, una vez que ya ha comenzado.
El único caso donde no existe posibilidad de utilizar la mediación familiar, es los casos de violencia de género, como es más que entendible la imposibilidad de la mediación.
La finalidad de la mediación familiar
Huelga decir que la finalidad de cualquier tipo de medicación, es la de llegar a un acuerdo. En el caso de la mediación familiar, el objetivo de la misma, es que las personas en conflicto, negocien el mejor acuerdo posible al que se pueda llegar dadas las circunstancias particulares de cada uno.
La función de los mediadores, es la de dirigir la negociación sin participar en la toma de decisiones sobre los posibles acuerdos. Son los implicados los que deciden los temas y aspectos que quieren negociar y los términos del acuerdo.
Si la mediación familiar cumple con su objetivo, el acuerdo de mediación al que se llegue, evitaría la posibilidad de ir a juicio si no se hubiera iniciado el proceso judicial, o lo paralizaría de haber comenzado.
Cuando se trata de un divorcio o separación, el acuerdo de mediación, sirve en todo caso como acuerdo de divorcio o convenio regulador.
Recurrir a una mediación familiar, es un acto voluntario. Lo que viene a decir que las personas implicadas en el proceso de mediación, lo hacen libremente. No puede obligarse a nadie a recurrir a una mediación.
En lo concerniente a la mediación para un proceso de divorcio o separación, ambas partes de la pareja, deben tener clara la intención de llegar a un acuerdo a través de la mediación, antes de ir a juicio.
La misma situación se da, cuando se pretende resolver un conflicto relativo a herencias. Todos herederos, deben estar de acuerdo y dispuestos a participar en dicha mediación de manera voluntaria.
También hay que tener en cuenta que, en el caso de separación o divorcio con hijos, estos pueden estar presentes y participar de la mediación, si los progenitores, así lo desean.
En esta situación, donde los menores son parte implicada, resulta menos estresante para ellos que un juicio. La mediación evita la confrontación, al contrario de lo que sucede en un juicio, centrándose en la búsqueda activa de soluciones.
Resulta un proceso interesante, pues permite en numerosas ocasiones, conservar las relaciones familiares, sobre todo en los casos de herencia, donde llegado a un acuerdo, las partes olvidan el conflicto.
La mediación familiar ofrece soluciones
Un mediador familiar, debe ser imparcial y neutral, lo que significa que no debe tomar partido por ninguna de las partes implicadas. La objetividad es una de sus características esenciales.
Tampoco puede tomar decisiones sobre los temas de la negociación o los términos del acuerdo de mediación. Cualquier parte implicada en la mediación, puede manifestar, si se da el caso, que el mediador no esta siendo imparcial ni neutral. De este modo, es posible aclarar la situación y arreglarla o, incluso cambiar de mediador.
Debe existir consenso por parte de las personas implicadas incluso para decidir sobre quien será el mediador elegido para el proceso.
La sesión informativa de mediación, es una de las mejores formas de informarse sobre quien es el mediador que ha sido propuesto para llevar el proceso. La elección primera la lleva a cabo la persona que inicia la mediación.
Hay que saber que los mediadores, realmente, están preparados para desarrollar las mediaciones familiares gracias a que poseen formación en diversas técnicas de comunicación, negociación y diseño de procesos de mediación. Como decíamos al principio, nos falla la comunicación, por lo que es más fácil estar en desacuerdo que, llegar a un acuerdo. Por eso, los mediadores, son personas con grandes dotes comunicativas.
La resolución de conflictos, a través de una mediación familiar, es un proceso de cooperación y prevención, cuya meta es la propuesta de soluciones para la resolución de los mismos. Mediante la mediación familiar, se abren unas vías de comunicación y diálogo positivo entre los distintos miembros de la familia.
Un mediador no es un juez, ni un abogado. No va a dar la razón a ninguna de las partes, ni ejercer como juez que juzgue a las partes. El mediador, debe escuchar a las partes implicadas y, hacer que se escuchen entre ellas, se respeten y lleguen a los acuerdos propuestos para solucionar los conflictos existentes entre ellos.
En tanto que ayuda en la propuesta de soluciones y resolución de conflictos; su presencia disminuye la hostilidad e irritación facilitando o restableciendo la comunicación. Entrena a las partes en negociación, diálogo y respeto. Propone soluciones para alcanzar acuerdos satisfactorios y realistas. Todo en base a sus principios y respetando la privacidad de los implicados.
Aplica una intervención favorable y satisfactoria en lo que a los niños respecta, mediante la utilización de habilidades y estrategias para el abordaje del ciclo vital de una familia.
Como mayor ventaja, sin duda, evitar los procesos judiciales. Aunque lo mejor seria no tener que recurrir ni a jueces, ni a mediadores.