¿Cómo cuidar la salud bucal en niños con necesidades especiales?

La salud bucodental es sumamente importante en cualquier persona, por lo que es primordial instaurar cuanto antes y desde muy temprana edad unos hábitos de higiene y prevención de cualquier tipo de patología, pero hay que tener presente que cuando nos encontramos ante una persona con necesidades especiales, ya sea por presentar algún tipo de discapacidad física o psíquica, puede darse el caso que mantener una correcta higiene bucal puede llegar a ser complicado si no se cuenta con la indispensable ayuda de familiares o cuidadores. Estos cuidadores, a veces, necesitan de unas directrices de un profesional o de un plan de cuidado especial diseñado de forma concreta para cada caso para poder desarrollar y entrenar unas habilidades necesarias con el fin de poder cuidar de la salud bucodental de niños con necesidades especiales. 

El papel de los padres es básico. Ellos se encargarán de realizar las primeras tareas de higiene bucal, que deberá comenzarse tan pronto salgan los primeros dientes, con una gasa humedecida en suero o agua, a la vez que se encargarán de realizar, cuando el niño tenga más de seis meses, la primera visita a un odontopediatra. Álvaro Colomer, odontólogo de la clínica dental Cooldent, en Algeciras, es uno de los mejores profesionales que podemos visitar y es que esa primera visita, con un paciente tan joven, es necesario que sea llevada a cabo por un experto, puesto que de lo contrario, el niño ya comenzaría a coger los primeros miedos y, en caso de contar con la ayuda de un buen profesional, su salud bucal será tratada con sumo mimo desde la primera visita. 

Pero además, es importante instaurar las revisiones periódicas a partir de los dos años, cada seis meses o con los periodos marcados por el especialista como rutina, a fin de marcar y respetar unas normas o hábitos de conducta, pues el niño debe ir acostumbrándose tanto al entorno del consultorio, como al equipamiento de la consulta, al instrumental utilizado, tratamientos y al profesional que lo atiende, por lo que se recomienda que sea siempre el mismo especialista, a fin de que se pueda establecer entre paciente y profesional una conexión basada en el conocimiento mutuo, confianza, colaboración, paciencia, tacto, comprensión… 

A medida que se vaya completando la dentición, se podrá utilizar siempre que el grado de discapacidad lo permita, el cepillo de dientes y la pasta dentífrica, bajo control y supervisión de los padres o cuidadores. La forma y tamaño del cepillo deberá adaptarse a las necesidades del niño y a las habilidades que tenga para sujetarlo y moverlo, recomendándose, en principio, un mango firme que permita una buena sujeción. En el mercado existen diferentes tipos de mangos que se pueden adaptar a las necesidades específicas de cada persona. 

Dependiendo del grado de discapacidad o dependencia del niño, los padres o cuidadores tendrán que supervisar el cepillado o realizárselo ellos directamente, de tal modo que se puede diferenciar en los siguientes grados:

  • Dependencia moderada. El cepillado se realiza por el niño de forma totalmente independiente, correspondiendo a los cuidadores la tarea de supervisar el correcto cepillado.
  • Dependencia grave. El cepillado se realiza por el niño con la ayuda directa del cuidador.
  • Gran dependencia. El cuidador deberá asumir totalmente la tarea de realizar la higiene bucal.  

¿Cómo se puede conseguir una colaboración del paciente con el odontólogo?

Aunque no hay nada escrito al respecto, a continuación, os queremos mostrar una pequeña guía práctica para facilitar la colaboración del paciente en la consulta del odontólogo:

  • De 2 a 6 años. La presencia del padre o madre en la primera consulta es fundamental para transmitir seguridad y confianza al niño. Es importante que sea un único profesional el que explore y trate al niño, transmitiéndole órdenes sencillas de fácil comprensión, pero siempre firmes. Para permitir la colaboración del paciente, se aconseja su distracción mediante juegos. Por parte del profesional se requiere grandes dosis de comprensión, paciencia y afecto.
  • De 6 a 12 años. En esta etapa se intentará explicar y mostrar lo que se va hacer, con un vocabulario lo más sencillo y pediátrico posible, intentando familiarizar al paciente con los tratamientos, con el fin de evitar problemas de nerviosismo o ansiedad. La paciencia y las muestras de afecto por parte del profesional pueden ser imprescindibles. Alabar la buena conducta y los buenos hábitos mostrados pueden ser motivo de satisfacción.
  • Adolescencia y edad adulta. Deberá explicarse sencillamente el tipo de tratamiento que se va realizar para evitar la ansiedad del paciente. El tacto y paciencia del profesional son parte importante en la consecución del resultado.