No es fácil adaptarse a una nueva vida, en otra ciudad, con gente diferente y con objetivos que claramente difieren de los que teníamos un par de años antes. Esta es la realidad para un nuevo estudiante de la Universidad que haya tenido que cambiar de ciudad para cursar esa carrera a la que quiere dedicar el resto de su vida. No cabe la menor duda de que es una situación complicada y que la capacidad de adaptación en este sentido es de una importancia que podríamos considerar como capital. Es algo de lo que se dan cuenta, cada año, miles de estudiantes en todo el territorio español. Es básico que, para que un estudiante se adapte a un nuevo entorno, tenga un lugar en el que residir con la máxima de las comodidades. A partir de ahí, todo lo demás va surgiendo y se va construyendo poco a poco: las rutinas, los amigos, los lugares a los que nos encanta acudir... Desde luego, está claro que una residencia que cumpla con nuestras expectativas lo hace todo más fácil y es clave para garantizar nuestra comodidad con el entorno en el que nos encontramos.
