Dicen que no es sencillo cambiar de hábitos y es verdad, no lo es, pero como con otras cosas de la vida (dejar de fumar, ahorrar, empezar a hacer deporte…) todo depende de tu fuerza de voluntad. Ahora bien, cambiar de hábitos para ser una persona más saludable no significa que tengas que iniciar una dieta para perder peso en tiempo record y cumplirla a rajatabla, porque eso cambiará tu alimentación durante un determinado periodo de tiempo pero no tus hábitos alimenticios. Cambiar de hábitos es cambiar de estilo de vida… para toda la vida.
Así pues, si te has propuesto tener unos hábitos de vida saludables y, por ende, pretendes cambiar poco a poco tu estilo de vida actual, ten en cuenta te va a llevar un tiempo, que te va a resultar difícil, y que las tentaciones que la sociedad va a poner delante de tus narices serán muchas.
Por ello, te aconsejo que no inicies ningún cambio si no estás realmente convencido/a de ello o, de lo contrario, perderás la batalla nada más empezar la lucha.
Algunos consejos
Sé activo
Ser activo no significa necesariamente tener que ponerte a hacer deporte como un loco desde el principio. Cambia tu estilo de vida, deja el coche aparcado y camina siempre que te sea posible, sube por las escaleras a no ser que vayas muy cargado y te veas obligado a tomar el ascensor, si tienes cosas que hacer no las dejes para mañana, hazlas ya y luego descansas, etc. Este cambio de aptitud ante la vida te transformará en una persona mucho más activa y dirás adiós al sedentarismo al que estamos acostumbrados. De todos modos, si quieres empezar a entrenar para hacer deporte, no te recomiendo que lo hagas por tu cuenta, busca la ayuda de un profesional como Efit-Majadahonda, especialista en entrenamiento personal, y deja que guíe tus pasos. Así evitarás problemas e incluso lesiones desagradables.
Si quieres conseguir un aporte extra para entrenar tu resistencia en el deporte olvídate de las pastillas y de otros complementos alimenticios que puedan recomendarte, ve directamente a una tienda especializada como Sfy y busca asesoramiento profesional.
Mejora tu imagen
Nos levantamos con ojeras, despeinados, sin color en los mofletes y cara de pocos amigos, nos miramos al espejo y nos damos tanta grima a nosotros mismos que empezamos a descuidar nuestra imagen porque ¿para qué arreglarnos si tenemos una cara horrible hoy?
La teoría dice que debemos hacer justo lo contrario. Si cambiamos de imagen nuestros hábitos también lo harán porque tendremos que mantener dicha imagen y no podremos salir a la calle con cualquier cosa, sin peinarnos o sin habernos lavado los dientes. Es como si nuestra autoimagen abandonara los viejos hábitos y transformara la personalidad. Además, verte mejor te ayudará a creer en ti mismo y esto te dará fuerza para seguir adelante.
Piensa en positivo
Si tu meta era adelgazar un kilo a la semana pero sólo has perdido 600 gramos no te deprimas, sé positivo, porque aunque no hayas alcanzado la cifra deseada el resultado sigue siendo en negativo y has adelgazado. El secreto es cambiar la perspectiva de la acción que vamos a realizar o que hemos realizado.
Se positivo, pero realista al mismo tiempo, eso hará que nuestra mente nos dé ese empujón de motivación que necesitamos.
Sé listo, identifica lo que haces mal
No intentes cambiar de hábitos sin tener claro qué es lo que quieres cambiar. Si lo que llevamos mal es la alimentación ten claro que debes empezar por ahí. Si queremos iniciar una rutina deportiva, debes organizar tu tiempo, etc. Pero ve poco a poco, no pretendas cambiar todo de golpe, así que haz una lista corta para empezar porque, el problema con las listas largas, es que nunca se cumplen.
Busca metas específicas
Decir que quieres comer más sano no te va a ayudar a cumplir tu objetivo porque es algo demasiado genérico, abstracto, plantéate algo mucho más concreto. Por ejemplo:
- He de beber un vaso de agua cada 4 horas.
- He de comer fruta y verduras todos los días
- No he de comer snakcs procesados
- He de dejar la cerveza
- He de comer pescado dos veces por semana
- Etc.
Evita las costumbres insanas
Si tienes una costumbre que te resulta difícil de abandonar intenta evitar todo lo que te recuerde esa costumbre. Es decir: evita la tentación y evitarás el pecado.
Por ejemplo, si tienes costumbre de comer chocolate en la oficina quita de tu escritorio todo el chocolate que puedas tener y no compres más. Si no lo ves, no lo tomarás. O si tu costumbre es comer chucherías mientras ves una película en la cama empieza a ver películas en el sofá y, por supuesto, no compres golosinas.
Busca soluciones para evitar esas costumbres si no consigues olvidarlas
Por ejemplo, si tienes costumbre de morderte las uñas y aunque te propusiste dejar de hacerlo vuelves a repetir el problema casi sin darte cuenta, pregúntate a ti misma por qué te las muerdes. Comprobarás como, casi con total seguridad, la respuesta será “por nervios”, así que debes buscar algo que calme esos nervios y no te haga daño. Solución: «cuando note que voy a morderme las uñas cogeré una pelota de goma para apretarla y descargar en ella mi estrés”.
Fiesta
Y, por supuesto, si consigues una meta festéjala. Si olvidas este paso será como no haber cerrado el círculo, así que hazlo. Enorgullécete de haber conseguido lo propuesto y cuéntaselo a tus amigos, disfruta de algo que te guste, date un capricho por haberlo hecho tan bien, un premio. Te lo mereces. Y luego, ponte un objetivo nuevo que deberás cumplir sin dar pasos atrás.
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, es como conseguirás cambiar tus hábitos y tendrás un estilo de vida mucho más sano, que se notará tanto por fuera como por dentro.